Caricias de Óxido
Cuenta la leyenda que su primer cuadro ya lo realizó en el útero de su madre. Desde que nació, la pintura y el dibujo han sido su forma de expresión. Siguió despertando su pasión cuando cursaba estudios primarios en su ciudad natal, Villena, con el pintor Pedro Marco y continuó con el artista André. Cuando solo era un niño, fue finalista en el "Concurso homenaje a los Hermanos Griñán".
Más tarde se trasladó a Valencia, donde realizó estudios de pintura artística en la escuela de Rodolfo Navarro. Su ímpetu por explorar nuevos caminos le llevó a Rute, Córdoba, donde obtuvo el carnet de Maestro en Alta Decoración y Pintura Decorativa.
Cabe destacar su admiración por las obras de Dalí entre otros. Aspecto que le ha marcado en su propia obra.
Siempre formándose y aprendiendo en diferentes cursos como el realizado por el maestro Eloy Morales.
Pintor de poesía, muestra a los ojos del corazón ajeno el trasfondo de una pintura terapéutica, en busca constante de ayuda para los sentimientos que recorren nuestros adentros. Actualmente imparte clases de restauración y técnicas decorativas en la Casa de la cultura de Burjassot, realiza retratos, dibujos creativos en diferentes textiles, pintura decorativa de interiores y como no cuadros por encargo.
Pero donde verdaderamente habla su obra y asoma el genio es en sus exposiciones realizadas (Entremeses, Fran Variopinto, Miradas, El ojo Ajeno, A Lápiz y Creta I, A Lápiz y Creta II, crisis y otras conjuntas con la asociación Artekarana), en las que plasma diversos estilos, con tintes autodidactas. Estratega del surrealismo, mediante el uso de técnicas mixtas, deforma sueños y realidad. La realidad de lo que no es real y el estilo de no tener ningún estilo definen a la perfección a Fran Vi López.
Metal + oxígeno = óxido básico Dícese de la corrosión adquirida a lo largo de una vida. Aplicada a las personas: sabiduría, experiencias, recuerdos, nostalgia, mirada atrás. En lo más inerte nacen, con trazo sutil, líneas de grafito envueltas de luces y sombras, pequeños caminos que forman la grandeza de todo. Todo nace, todo vive y todo muere. La vejez, de textura incierta, es tan certera como la vida misma, ella es cómplice de nuestra sabiduría, la que nos construye y destruye perdurando en el tiempo como el óxido, el cual anida en nuestras almas para vivir un nuevo renacer. El final es el principio.