"PINTO EL PUENTE"
"Pinto el puente para reanudarme en las riberas de la incertidumbre que soy, detrás de mi nombre.
Lo pinto porque es el símbolo de unión entre el silencio y el sonido.
El vacío y la forma que es toda la materia.
El puente me representa, me construye como un ser que tiene un perímetro mayor a sus angustias intercambiables.
..."
Es la comunión entre las orillas del cuerpo y del alma. Por eso sencillamente, verás puentes preñando mis lienzos.
Los verás vestidos de luces o desvestidos.
Despeinados, iluminados, concluyentes, convergentes, elevados, sostenidos y emancipados de la tierra.
Estos son mis puentes pintados.
Perfectas estructuras hechas de geometría y candores.
Me gusta ese modo matemático que tienen se sobrevolar los veleros, las olas, los pedruscos.
Esa complicidad tan erótica que tienen con el viento.
Los puentes van siempre sobre el vacío.
¿Y acaso somos otra cosa?
Si nocturnos los pinto es porque el ojo merece esa joya cruzando su paisaje, como un látigo hecho de bengalas.
Si los pinto soleados, es porque el árbol me llama a su encuentro y me extiende su cálida clorofila.
Pero siempre verás puentes en mis textos pictóricos.
Soy eso.
Un puente. Me lanzo hacia orillas temidas por otros, me entrego a los tejidos de lo desconocido.
Celebro, a cada paso en que cruzo mis puentes internos, la fiesta de vivir en el misterio.
CRISTINA BERGOGLIO
Arquitecto, ha desarrollado su visión plástica, literaria y científica desde temprana edad. Durante sus estudios de arquitectura comenzó a exponer sus visiones de espacios diseñados por ella misma en diversas salas de su ciudad natal. Interesada sobremanera en el trabajo de los arquitectos mexicanos Luis Barragán y su discípulo Ricardo Legorreta por la mística de estos espacios, envía sus proyectos, dibujos y textos al despacho de este último arquitecto, quien en México, insta a Cristina a dedicarse a la pintura y a la literatura en Europa.
En México conoce al poeta Jaime Sabines y al narrador guatemalteco Augusto Monterroso. De regreso a su tierra, toma la decisión de desarrollar su carrera artística en Madrid, España. Allí comienza la investigación alrededor del paisaje urbano como consecuencia de sus estudios como arquitecto y del tango, por amor a sus raíces y a la danza. Estudia pintura en el Taller del Prado de Madrid, siendo profesora posteriormente durante algunos años, hasta el año 2007 bajo la dirección del pintor andaluz Francisco Molina Montero. En literatura ha incursionado en los géneros cuento, poesía, ensayo y artículo periodístico y sobre todo en la prosa poética, cuyo trabajo ha contado con el apoyo del escritor español Francisco Umbral y del escritor argentino Federico Andahazi. Actualmente mantiene su casa-estudio en Madrid, donde sigue trabajando sobre paisajismo urbano en pintura. Sus ensayos literarios están enfocados a la investigación del potencial creativo de la mente humana a través del estudio de la física cuántica y los últimos paradigmas científicos, tema en el que lleva investigando más de 20 años.